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Borroneando los márgenes

En el epílogo de este verano, hemos tenido en la península episodios de calores extremos debido al cambio climático, a pesar de ese calor intolerable, he podido leer con fruición la novela de Abdulrazak Gurnah, «A orillas del mar», es una joya narrativa desde todo punto de vista. Fue mi compañera de viaje por parte del Alentejo portugués. Ante todo, Gurnah es un escritor de márgenes, aquel que garrapatea los bordes porque el centro está tullido de un piélago de textos que se recrean y embelesan de sí mismos sin mirar a su entorno. Digo de márgenes porque el personaje central de la novela es una persona de Tanzania, que solicita refugio en Inglaterra, recordemos que uno de los personajes más en los márgenes de estos tiempos son los refugiados, con derechos limitadísimos en su condición de personas humanas. Están en el filo de la legalidad y muchos en el limbo jurídico. Los países del norte económico sufren está crisis de personas que huyen de sus países hasta por las crisis ambientales como la sequía que genera hambre. Además, el personaje de «A orillas del mar», no es solo un refugiado, es una persona de la tercera edad, ya es mayor –uno de los personajes le reprocha porque quien huye de sus países son los jóvenes; es decir, un personaje doblemente de márgenes. Por su paso por las oficinas de migración, él decide no hablar inglés, recogiendo una sugerencia de la agencia que le vendió los pasajes. Pero esta estrategia legal está entroncada con la obra de Herman Melville, de la gran tradición occidental, «Bartleby, el escribiente» con su famosa frase: «Preferiría no hacerlo». Este silencio estratégico se quiebra cuando el empieza hablar en inglés primero con la persona que le asesora en estos trámites, y luego, con el presumible interprete, que es un conocido suyo. Pero cuando comienza hablar, da paso a historias de la vigorosa tradición oral africana, como la amazónica. Uno de los primeros regaños del personaje central que adopta otro nombre, práctica de los refugiados, es contra el colonialismo europeo, luego del norteamericano, frente a África. Además, muy a mi gusto, apela a la memoria histórica sobre el expolio del continente africano que es una herida sangrante. Decía para mis adentros que Gurnah cumple, perfectamente, con los requisitos para una lectura que postula en «Quebradura. Breviario de viajes», referida a textos amazónicos que logra entrelazar: memoria histórica, ecología y una escritura de márgenes. Gran novela.

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