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Lecturas del aire

Un viaje de más de doce horas te da para leer sin apuros un libro. Leí una vez a un crítico literario que aprovechaba esos largos viajes trasatlánticos para leer dos a tres libros, situación envidiable, por cierto, que aspiro alguna vez llegar, todavía estoy en la mitad de esa meta. En ese recorrido de mar y cielo, leía a un filósofo germano-austriáco que estuvo casado con la filósofa Hannah Arendt, este pensador de gran valía es Günther Anders, conocido por sus posturas pacifistas. El texto de Anders “El piloto de Hiroshima. Más allá de los límites de la conciencia”, nos remece desde el principio hasta la última página. Se trata de un intercambio epistolar con Claude Eatherly, un miembro de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos de América, quien participó en el avión que arrojó la bomba atómica de Hiroshima, por un error de cálculo del objetivo militar terminó siendo arrojada a la ciudad con las consecuencias que todos conocemos. Por unas circunstancias casuales Eatherly y Anders inician una correspondencia donde conversan, hay que ponerle mucho oído, en el cual el victimario se convierte en víctima. Al saber del error, este oficial (también llegó a graduarse como abogado) de la Fuerza Aérea se quiere culpabilizar, quiere pagar por su error. Llega a asaltar un banco, pero no roba el dinero, sino que con este acto delictivo quiere notoriedad para exigir un castigo y no las condecoraciones de ley que obligan a mirar a otro lado y, como no, negar lo ocurrido con esa tragedia. Es más, esta institución militar al conocer la rebeldía de Eatherly inicia un proceso para declararlo esquizofrénico estando él en sus cabales. El pleito judicial es para que no ejercieran ninguna tutela sobre él. Es una lid larga con reveses como la deslealtad de sus abogados, de su hermano, de su familia. Pero él persiste. Hay una fuga y vive en la clandestinidad unos meses. Es capturado y otra vez se inicia la pelea legal. Pero lo interesante del libro es que quien arrojó la bomba atómica reconoce su culpa, que se debe a un sinfín de añagazas de parte de los militares que tratan de declararlo judicialmente que está fuera de quicio. Una representación de la población de Hiroshima lo entiende y le pide que no se declare culpable, que están con él. En un contexto de extractivismo ciego y cerril como se vive en esta parte de la floresta no está demás leer esta correspondencia la mar de sugerente. Seguro que nos cambiará la mirada de ver al bosque y a las personas que vivimos en él.

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