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Entrevista a Rubén Meza Santillán: «Con un grupo de amigos hicimos un experimento de prestarnos libros, de intercambiar publicaciones para disfrutar de una buena lectura».

De acuerdo con el testimonio del juez Carlos Valcárcel sobre los asesinatos en el Putumayo, en los territorios de Julio César Arana, en las malocas la gente se reunía para contarse historias. Este hecho enardecía a los capataces caucheros y ordenaban en el acto matarlos, temían a la palabra, a la memoria, a la fantasía. Bajo esta sombrilla de las historias contadas en el palustre aquí un resumen de la entrevista a Rubén Meza Santillán.

En un contexto como el de la Amazonía de gran debilidad acceder a los libros ¿Los clubs de libros sería una buena entrada a ellos?, ¿Qué otras iniciativas sobre el acceso a los libros pudieras sugerir?

Sin duda alguna, los clubs de libros serían una  excelente posibilidad para ese propósito. Si a esto sumamos las bibliotecas itinerantes o comunales o aquellos libros de los más variados que son puestos libremente a disposición de las personas en lugares públicos, como Los sábados de lectura en la plaza 28 de Julio de la ciudad de Iquitos, democratizaríamos y popularizaríamos la lectura en nuestra gente.

¿Has integrado algún club de libros y cuál ha sido tu experiencia?, ¿Sería posible implementar en Iquitos y alrededores?  ¿La poesía podría ser un buen refugio en este espacio libresco?

Con un grupo de amigos, varios de ellos periodistas, hicimos un experimento de prestarnos libros, de intercambiar publicaciones para disfrutar de una buena lectura, sobre todo los fines de semana, duró un par de meses y luego se fue apagando el entusiasmo, creo que por la rutina laboral. Pero que Iquitos y los pueblos de su entorno mirarían positivamente estas iniciativas creo que sí. San Joaquín de Omaguas es un referente de que sí es posible implementar una biblioteca comunal con una ambientación especial para niños y niñas.

En algunas partes los clubs de libros se entremezclan con la gastronomía o los viajes ¿Qué ingredientes se tendría en cuenta para un club de libros en la Amazonía?, ¿los audiolibros pueden ser un aliado?

Mención especial para aquellos cafés o restaurantes que brindan un rinconcito de lectura para sus clientes, con revistas y libros bastante interesantes. Los audiolibros sería una buena alternativa combinaría con la cultura de la oralidad de nuestro pueblo.

¿Dónde imaginas un club de libros en el palustre y qué autores recomendarías para leer de manera coral?

Me imagino no uno sino varios, como un mijano, surcando por nuestros ríos y quebradas botes o lanchas-bibliotecas. Con libros de autores amazónicos, nacionales, latinoamericanos, del mundo y esos clásicos de la literatura que invitarían a una refrescante zambullida a noveles lectores de la ruralidad.

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