Sin categoría

¿La escritura de la floresta es una escritura extranjera?

En estos días de invierno leía los libros de Clara Obligado «Una casa lejos de casa. La escritura extranjera»  y de Jhumpa Lahiri «En otras palabras», en ambas se entrecruzan los caminos sinuosos de la extranjería, de la pertenencia, de la identidad. Obligado a pesar de hablar español argentino se sentía extranjera con el español de este lado de la cocha, en el texto lidia con ambos españoles trasatlánticos. Mientras que Lahiri narra su experiencia de pertenencia a raíz del ingreso, por voluntad propia, de una nueva lengua en su vida como es el italiano, ella es de habla inglesa. Cualquiera que tenga esa experiencia de aprender una nueva lengua, el libro de Lahiri le viene como anillo al dedo, narra desde las vísceras toparse con estudiar otra lengua. Lo interesante, que rescato, es ese sentimiento de pertenencia. En la literatura peruana José María Arguedas era muy afín a las ideas de Obligado y Lahiri, se sentía extranjero en Perú, en Lima, como lo declaró en entrevistas. La no pertenencia, que aluden las escritoras citadas, es ese sentimiento de no ser visto como uno más de la comunidad, somos mirados como extraños ¿intrusos? A los de habla española de Latinoamérica aquí en este lado de la península ibérica uno siempre es extranjero –presumo que un aborigen español en América se sentirá igual, con la diferencia que en un contexto como Perú es un rédito ser del otro lado del charco, el ascensor social les funciona de maravillas. Mientras meditaba las ideas de Lahiri y Obligado las relacionaba a ese mismo sentimiento que atraviesa la escritura amazónica de cara a Perú. La literatura del palustre es siempre vista lejana, extraña, exótica, abarrotada de mitos y leyendas, ágrafa y oral (estas cualidades vistas con desaire), con una aproximación que va desde el desdén al buenismo, se festeja y promueve el erotismo del macho de pelo en pecho entre otros prejuicios que carga. Lo que digo no es una invención, me remito a las apostillas de textos hechos a autorxs amazónicxs donde se observan mucho de estos lugares comunes -también decirlo, que mucha de la producción de estos mermados trópicos fortalecen ese prejuicio centralista. Para más inri, en los titulares de las apostillas se apela al estomagante soniquete, para ellos con gracejo, «de la selva sus poetas o sus escritores». Es decir, que la floresta y los letraheridxs de los humedales no han sido lo suficientemente metabolizados por ese otro Perú de letrados, por Lima, que nos mira como esos primos lejanos, un poco turbados y raros, con lo que nos hemos visto una sola vez en la vida y que exigimos participar en la fiesta. Ese sentimiento es consecuencia de ese hondo provincianismo en ambos lados. Milan Kundera definía el provincianismo como la capacidad o el rechazo a considerar su cultura en el gran contexto, desgraciadamente, esa es la trabazón del centro y de este lado del marjal que debemos desterrar.

P.D. También reprocharnos que los amazónicxs poco hacemos en enmendar esta extranjería/ pertenencia –la grisura creativa de estos tiempos está elevando el listón, salvo, como no, de ejemplares excepciones que trabajan desde los márgenes.

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *