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«Ningún hombre es una isla»

El estío da paso a los viajes y a los buenos libros, un viaje sin un buen libro no es un viaje.  Es el amigo o amiga que te habla durante la ruta. Estos viajes están siendo acompañados de las altas temperaturas de calor extremo en los tiempos de antropoceno que nos hacen mirar atrás lo que hemos hecho y la futilidad de lo que hemos conseguido. El modelo de crecimiento está en crisis y no queremos verlo, como guisa tenemos que en la Amazonía el modelo extractivista está en la cabeza de los que exigen desarrollo o progreso siendo ya un modelo que ha fracasado. En el viaje reciente a Ávila para desconectar del trajín madrileño me llevé el libro del escritor italiano, desgraciadamente, fallecido hace unas semanas Nuccio Ordine «Los hombres no son islas».  Los clásicos nos ayudan a vivir». Ordine había ganado el Premio Princesa de Asturias este año  2023, era un especialista en Giordano Bruno y el Renacimiento. El texto de Ordine es un penetrante centón de las obras clásicas y sobre estas el profesor Ordine pergeña unas lúcidas apostillas de actualidad que de alguna manera sentencia la vigencia de los clásicos al que debemos volver. Uno de los primeros elegidos es el poeta John Donne, del epígrafe célebre de Ernest Hemingway en la novela «Por quién doblan las campanas». Empieza diciendo Donne: «Ningún hombre es una isla, ni se basta a sí mismo; todo hombre es parte del continente, una parte del océano», con esas palabras tienes para pensar no sólo para un viaje si no para varios viajes de por medio. Me sacudió estas palabras tan briosas del texto elegido y Ordine hace una jugosa interpretación con el actual contexto europeo de cara a la inmigración de la cual Europa no muestra su mejor versión. Y pensé de rondón en la floresta que mayoritariamente tenemos en la cabeza que es una isla o un islario y que no dependemos de los demás. Nada menos cierto como es el viaje de las arenas del desierto del Sahara para fertilizar los bosques amazónicos o los ríos voladores que me habló el poeta Carlos Reyes Ramírez, cuyas lluvias llegan hasta Argentina. Siempre es bueno recordar que no somos islas.      

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