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La orquesta

Cada primero de enero estoy sentado frente al televisor para ver y escuchar a la Orquesta Sinfónica de Viena en el primer concierto del año donde invitan a destacados directores para esa ocasión; confieso que quedo embelesado como suenan los instrumentos musicales en armonía, como los músicos leen atentamente las partituras del idioma del país de la música, aprecio sus silencios, la entrega que transmite el director con la pieza que se ejecuta. Mi amiga Sulamita Gottlieb tocaba el fagot en la Orquesta Sinfónica de Cali, me enseñaba los secretos de los conciertos, fuimos con ella a escuchar a la Orquesta Sinfónica de Israel quedándome enamorado del trabajo de la orquesta, de la simetría de sonidos como las precisas líneas del tejido shipibo que acompaña la foto de esta crónica. En la orquesta se producen las emociones más sublimes. Escuchar a Mahler, Brahms, Beethoven, Vivaldi y otros. nos llevan al cielo por unos momentos alejándonos de los sentimientos más mezquinos que generamos como humanos. El director danés Adam Price, creador de la gran serie sobre las idas y vueltas de la política danesa «Borgen», es quien dirige esta serie de título «La orquesta». Realmente Price humaniza ese punto donde se reúnen los músicos. En la serie se muestra la curva de emociones de las personas de carne y hueso en todo su esplendor y oscuridades. Un director adjunto que tiene que lidiar con los músicos, músicos que tienen aspiraciones de otros puestos destacados desatándose una guerra declarada con puyas públicas y codazos silenciosos entre ellos, infidelidades como la de un músico con la mujer del director adjunto, egos de los nuevos directores, una joven música que quiere perfeccionarse y tiene como profesor a uno muy exigente o la de un músico sin freno social y poco querido en la orquesta. También abordan los problemas cotidianos de esta gente que nos produce deleite al escuchar  tocar sus instrumentos como las rebeldías de sus hijos, una mujer alcohólica, una madre sobre protectora y castradora. Es un universo interesante y muy humano. Lo que nos quiere mostrar es la gran paradoja de esos espacios. De un lado, allí se crea una refinada expresión estética con los instrumentos y las notas musicales, y de otro lado, esos mismos seres que producen esos sonidos son capaces de las emociones más sombrías y como no, muy humanas.

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