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Entrevista a Herlinda Navarro Cobos: «Sí tuviera que abrir una trocha para acercar a los chicos a los libros yo elegiría en primer lugar, una narración oral bien contada, por una voz que guíe hacia esa historia que se gesta en la imaginación»

Una poeta y madre luego de treinta años de casada recibe la inesperada noticia de su marido anunciándole que este quiere una pausa. La pausa era una joven mujer de treinta años. Ante el anuncio ella decide ir a su pueblo natal para reflexionar sobre su vida conyugal y que hacer con su existencia. Allí en la residencia donde vive su madre con otras mujeres hay un Club de lectoras que le ayuda a la madre e hija a sobrellevar el difícil momento que están viviendo. Esta es una de las historias que envuelve «El verano sin hombres» de Siri Hustvedt, bajo esa sombrilla del Club de lectura le ofrecemos la entrevista a Herlinda Navarro Cobos:

En un contexto como el de la Amazonía de gran debilidad acceder a los libros ¿Los clubs de libros sería una buena entrada a ellos?

Los clubes de lectura son cunas en la formación de lectores, no son los únicos, pero en un escenario lector como el nuestro, tienen efectos sustanciales. Los encuentros con escritores y poetas, con artistas, con estudiosos diversos magnifica las posibilidades de que la palabra sea mejor utilizada y refleje las ideas con mayor precisión.

No obstante, debo decir que, si tuviera que abrir una trocha para acercar a los chicos a los libros yo elegiría en primer lugar, una narración oral bien contada, por una voz que guíe hacia esa historia que se gesta en la imaginación. Nuestras comunidades amazónicas, han sido orales desde siempre, y creo que esa es una característica que la llevamos en nuestras venas. Y por lo demás, todos, cualquiera sea nuestra cultura, primero fuimos oyentes plenos y luego, poco a poco transitamos a la escritura y sus significados. De modo que, los clubes de lectura deben considerar este elemento. Los libros y sus historias, llegan solos, a veces invitados, pero nunca impuestos.

¿Has integrado algún club de libros y cuál ha sido tu experiencia? ¿La poesía podría ser un buen refugio en este espacio libresco?

Hace mucho integré uno y todavía recuerdo los libros con quienes hice amistad duradera, los releo y disfruto nuevamente, con nuevas miradas que me permiten hacer otros tejidos. Los lectores nunca somos los mismos. Éramos pocos, pero los encuentros siempre fueron un disfrute y un crecimiento, creo que más tarde uno termina dándose cuenta de que sales más arropado después de estos encuentros. Y creo que todos los chicos, sin importar el talento que tengan deberían experimentarlo.

La poesía, qué duda cabe, es un buen refugio en la soledad y en la compañía de otras voces con quienes compartir las emociones y las ideas que generan. Contribuir a visibilizar lo que esconden algunos versos en ese tejido hermoso de significados a veces necesita la mirada de varios lectores, para enriquecer la perspectiva y los clubes de lectura aportan esos lentes.

En algunas partes los clubs de libros se entremezclan con la gastronomía o los viajes ¿Que ingredientes se tendría en cuenta para un club de libros en la Amazonía?

Los clubes de lectura necesitan gestarse en un clima de creatividad, donde las experiencias y los escenarios sean diversos, pero que permitan el encuentro íntimo con lo que se lee. Por eso mismo, cuantas más experiencias puedan vivirse de la mano de los libros, de la historia que se cuenta, del verso que emociona, ¡mejor!

Creo que, en nuestro escenario verde, los clubes de lectura deben estar hechos con emoción, esa que contagia y que anima; con creatividad para innovar de manera permanente; con expresiones artísticas que alimenten el alma; abiertos y diversos, según las características de los lectores de lo conforman.

Imagino un club de lectura iniciando sus actividades con la mitología amazónica representada, que busque “atrapar” lectores, un Yacuruna contando su propia historia, un chullachaqui escondido tras un árbol que sorprenda a los lectores y les cuente un cuento; una sirena en una balsa leyendo poesía amazónica, versos de “Ukamara”, de “Estancias de Emilia Tangoa”

¿Dónde imaginas un club de libros en el palustre y qué autores recomendarías para leer de manera coral?

Los clubes de lectura deberían germinar en las bibliotecas de los colegios, fortalecerse en las bibliotecas de la ciudad y en las itinerantes. Imagino clubes de lectura en los hospitales, en las casas hogares, en las casas de los abuelitos. Imagino clubes que anuncien su llegada con pregones, para luego instalarse en el silencio y empezar las experiencias de lectura compartida.

Prefiero la lectura dramatizada más que la coral. Creo que se visibiliza de mejor manera las entonaciones, porque transmiten las diversas emociones, la ironía o el sarcasmo y quien escucha puede construir una interpretación más cercana de lo que en el papel escrito dice. Y los maestros podemos ser los mejores referentes.

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