La ciudad de la garúa
Foto en un parque de Madrid
En los meses húmedos y de garúa del invierno limeño, un seguro refugio de lo que estaba viviendo en esos días salobres y de indolencia, ha sido la lectura. Fue la tabla de flotación que me aupaba en ese encrespado mar de olas de todo tamaño. Buscaba una novela que tenía muchas ganas de echarle un diente desde que leí una entrevista con la autora, las librerías no la tenían, me daban excusas de la más peregrinas. El editor de Pakarina Dante González, fue quien me facilitó la pista, y por fin, pude tenerla en mis manos. Recuerdo que la Defensoría del Pueblo –esta institución con el defensor actual es uno de los principales protagonistas de esta astracanada institucional que estamos viviendo –publicó un monográfico sobre la «Violencia política en el Perú: 1980- 1996. Un acercamiento desde la perspectiva de género», es un documento detallado donde se muestra la violencia contra las mujeres de esos tiempos oscuros. En este sentido, un reproche que le cayó a la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), que también puede ser para la Defensoría del Pueblo, fue la ausencia para investigar a fondo los crímenes contra la población LGTBI, siendo el más emblemático lo ocurrido en una discoteca en Tarapoto, San Martín.
La novela de Claudia Salazar Jiménez «La sangre de la aurora» (2013), la cubierta roja del libro nos remite a ese período que lo que hemos vivido nos duele recordarlo. Salazar husmea en los escombros del conflicto interno armado como lo llamó la CVR, donde la voz o las voces de las protagonistas no deja a nadie indiferente, te rasga la conciencia: «soy una herida abierta. Ciérrate, cuerpo», dice una de esas voces. O cuando una de las protagonistas dolida señala: «Inútil seguir contando. Mi cuerpo aún no lo quiere contar». Se imagina un universo como el condado literario de la ciudad de la garúa donde transitan parte de las historias. Son mujeres viviendo bajo esa brutal e impuesta gramática de la violencia, en diferentes escenarios de este país fragmentado que falta traducir. Una periodista, una campesina que sufren estupro en un país desquiciado, acostumbrado a convivir con el mal y mostrar resignación con visos de normalización. El cuerpo vejado de la mujer es la imagen que más sobresale en toda la historia -en esa oscuridad también hay momentos para el amor furtivo. Infelizmente, en los tiempos de guerra el cuerpo femenino es quien paga las consecuencias. En el gran libro «Europa», del historiador inglés Tony Judt, en la última postguerra mundial, en Francia, a las mujeres, supuestamente colaboracionistas, las rapaban y las paseaban por las calles como castigo, pero parece que poco hemos cambiado. En la actualidad, las violaciones en la franja de Gaza vuelve a pasar factura contra las mujeres palestinas, abusos sexuales que han sido denunciados por la ONU. Lo que sobresale en «La sangre de la aurora» es la sobriedad del relato, a través de la palabra justa. Valió la pena la búsqueda de esta novela, en estos tiempos donde las librerías limeñas están aleladas con los mismos títulos ñoños.