Los chiques del chat
En estos tiempos digitales y de la comunicación por el chat hay que hacer esfuerzos abracadabrantes para disfrutar de la soledad. En el día te pueden llegar cientos de mensajes, en verdad, muchas veces, no estás enterado de lo que va llegando para tu felicidad. Así, por más esfuerzo denodado que se hace, sin querer acabas metido en una de esas cuadrillas de chat. Estos grupos van desde los familiares, de patas del colegio, de padres del colegio (una APAFA de facto y digital), de la universidad, del trabajo, del sindicato, del partido político, para una consultoría, por afinidad, de opciones o elecciones sexuales, de cumbia, de jazz, para ligues, en fin, es de una diversidad sin fin –una de mis amigas, muy verraca, me comentaba entre risas que tenía un chat con sus exnovios para luchar contra los machirulos, todo un ejemplo de civilización le dije. A todo esto hay que dedicarle su tiempo, pero lo que pasa es que ya no llegas a todos, salvo que vivas enganchado a ellos. Me comentaba un amige que estaba en un chat de alta carga política de que los que participaban se enzarzaban en discusiones sesudas de diferentes niveles sobre el barrio, la ciudad, la región, el país, el continente y el mundo. Una masa crítica de miedo para arreglar el mundo como dando interpretaciones enrevesadas sobre el triunfo de Donald Trump o del secuestro político de la presidenta, de poca chica, Dina Boluarte. De rondón, uno de ellos voceaba enardecido y a los cuatro vientos iniciar ya la revolución, proponía asaltar del mundo digital al mundo real, como el siniestro camarada Gonzalo y sus espadas; le faltaba poner día y hora. Sí, como lo leen. La revolución desde estos castillos digitales, como andan los tutumos. Son de la cofradía de Onán, ella bufaba con sarcasmo. Otro pata que estaba metido en uno de los amigos de la universidad (la promo), parecía el club de Toby, sólo hombres, me comentó con ironía. Mira, esos son de los más aburridos: ¡te recuerdan motes y bromas de hace cuarenta años! Todo el día dándose codazos, puyas, colgando enlaces de homosexuales (aunque, son bien machos de pelo en pecho), de mujeres rubias, negras, coreanas, mestizas con prominentes pechos y traseros, con bromas racistas, sexistas, homofóbicas, en fin, es un pozo digno de la lectura de un psiquiatra, de preferencia argentino y lacaniano, me decía casi desesperado. Hay uno de ellos que todos los días, impajaritablemente, cuelga saludos de buenos días con palabras de agradecimiento a todo el santoral. Mira, estoy pensando salirme de él, era su conclusión final. Duros tiempos para estar solos, uno llega a mirar con añoranza los tiempos de la desconexión.