Un paseo por la memoria de las rúas alemanas
Hicimos los zurrones con dirección a Frankfurt y Berlín en tren, dejábamos los Países Bajos. En Frankfurt íbamos a visitar a un amigo que es un insaciable lector. Es amigo de F, de la universidad. La biblioteca de Rafa no tiene nada que ver con la mía, el mantiene un rígido orden de los libros. Los ha dividido por temática. Hay mucho de literatura, aunque el mismo peso tiene la sociología, filosofía, música. También tiene una colección de CD de muchas partes del mundo, allí conocí porque ignoraba, a una banda de rock limeña de los años sesenta «Los saicos». Además, Rafa es un fanático de la bicicleta, cada día, llueve, nieve o truene, recorre alrededor de treinta kilómetros que es la distancia de la casa a su centro de trabajo. De la mano de él visitamos los principales centros históricos de la ciudad, pero más que visitar, Frankfurt fue para nosotros sinónimo de descanso, el cuerpo lo pedía y la cálida acogida de Rafa fue de lo mejor. Por el azar y cortar camino ingresamos por el cementerio de la ciudad, nos tropezamos con la tumba del filósofo Arthur Schopenhauer, no dábamos crédito, fue una feliz circunstancia del peregrinaje. Luego de dos noches partimos para Berlín en tren -cuidando la huella ecológica, ya con más ánimos. Esta ciudad era para mí un enigma porque tiene muchos significados por las lecturas. Intercambiamos mensajes y hablamos con Jorge Mesía Rengifo, quien vive en Berlín hace un tiempo, aparte de escribir poesía, él toca la batería, lo pude ver en un vídeo que me envío, ignoraba este oficio de Jorge. Estuvimos en una pensión en el barrio de Charlottenburg, un quartiere muy acogedor, me sorprendió el cosmopolitismo berlinés que se respira en sus calles, muy lejos de ese pasado oprobioso y cerril bajo el régimen nazi y después, de la guerra fría con la división de las dos Alemanias ¿Se habrán vacunado de esos virus de las mentes?, ¿Cómo una ciudad que respira diferentes mundos se sumergió en el totalitarismo de las ideas como fue el pasado nazi y el comunista? Impresiona mucho la arquitectura de sus rúas y edificios, es una ciudad reconstruida y seductora. Fuimos a ver el famoso Checkpoint Charlie, marcó toda una época, hoy se ha banalizado, como no, por el turismo que todo lo que toca lo vacía de contenido. Recorrimos parte del famoso y trágico muro de Berlín, F tiene un cascajo del muro en casa, y un memorial titulado «La topografía del terror», de la época nazi y comunista, da escalofríos saber lo que hacían con la vida de la gente. Se recorre Berlín entre la patria de la memoria y el presente como la cúpula el edificio del Reichstag -esta cúpula que la diseñó el arquitecto inglés Norman Foster, en la sede del parlamento alemán, que es el timón o el motor de la Unión Europea. Caminamos despacio por la emblemática Puerta de Brandeburgo y el Memorial del Holocausto, cuando te pierdes en los pasillos de este memorial te recorre una sensación rara, llena de emociones muy encontradas como cuando se visita el Lugar de la Memoria en Lima -en la floresta, infelizmente, no hay ningún marchamo de las víctimas del Putumayo, quizás por eso gane la desmemoria. Esas mismas emociones se repitieron al visitar el Museo Judío de Berlín, el arquitecto Daniel Libeskind, quien lo diseñó logrando su objetivo de escarbar la memoria colectiva de la Shoa y el exilio, te descoloca literalmente. Como me dijo Jorge en uno de sus mensajes, a Berlín siempre se vuelve. Seguro que volveremos.