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Utopía libresca

Estampa de Zambia

Hace unos días se publicaba la crónica sobre una sugerente utopía libresca que la lideraba el escritor Javier Marías, a través de su editorial «El Reino de Redonda», él llegó a llamarla «una absurda aventura», la noticia decía que esa andanza llegaba tristemente a su epílogo. Como parte de esa utopía, Marías contaba con una cohorte de nobles del reino como: J.M. Coetzee, Alice Munro, Pedro Almodóvar, Claudio Magris, Lobo Antunes entre otros. Allí se editaba y publicaba libros lejos del bullicio comercial o mercantil, de las giras y presentaciones de libros, de entrevistas a escritores y escritoras que, muchas veces, opacan la obra. Estaba lejos de eso que no es literatura, que es algazara mercantil. La editorial publicaba libros «raros» para el circuito comercial, en la biblioteca de casa está el libro «Viaje de Londres a Génova» de Guiseppe Baretti, es un libro de cubierta verde que da gusto palparlo, olerlo y leerlo –te da apuro pesaroso subrayar los folios. Las ediciones eran muy bien cuidadas –a cargo de su mujer Carme López Mercader, de tapa dura, en una crónica, el mismo Marías, decía que pagaba bien a los traductores de su propio pecunio. Todo esto era sufragado por el autor «Corazón tan blanco». La distribución se hacía a cargo de amigos, Marías se quejaba que los diarios ni siquiera hacían reseñas o comentarios sobre los libros de El reino de Redonda; bueno, en Lima -que engulle todo- pasa igual con muchos libros, siempre ha dado la espalda al Perú interior. Esa idea o esa utopía editorial deberíamos o podríamos, replicar en la floresta. Aunque, la situación editorial actual deja mucho que desear. Lanzando ideas al aire: se podría editar autores relevantes de la Amazonía continental y fuera de esta, pero que tenga un punto de contacto con el palustre (por ejemplo, «Ulises» de James Joyce o Franz Kafka), sí, es una tarea ingente y un gran reto al mismo tiempo. A la relevancia hubiera que añadir y discutir los criterios de selección que pasarían, por ejemplo, de descartar el aire localista de muchas publicaciones sin descartar la máxima de León Tolstoi, de pintar la aldea y pintarás el mundo. La Biblioteca Ayacucho que publicaba Ángel Rama pudiera ser un buen espejo donde mirarnos, entre otras experiencias librescas. Los invito a soñar a las lectoras y lectores que nada cuesta.

OTRO SÍ: Todos los gobiernos regionales de Loreto no han tenido ni tienen una política sobre libros y lectoría. Tienen alergia a los libros y a las posibles lectoras.   

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