El lugar silencioso
El Nobel de Literatura 2019 Peter Handke tiene un breve y peculiar escrito de título «Ensayo sobre el lugar silencioso». A raíz del título leía que en la cultura de lengua alemana se dice el lugar silencioso al baño. Sí, al servicio, donde se ubica el retrete. Handke apela a la memoria, él recuerda que se pasaba horas y horas en el lugar silencioso, allí daba rienda a su imaginación de párvulo, reflexionaba. Le viene a la memoria el lugar silencioso de sus abuelos. Allí mucha gente lee, me comentaban que hay hogares que tienen revistas prestas para quien o quienes lo usen. Algunos llevan el periódico del día para fines de lectura y seguro que en estos tiempos van aprovisionados de los móviles o celulares (hay personas que están enganchadas a ese aparato), es el único lugar donde uno está en paz, alejado del tráfago cotidiano. Los baños escolares no son lugares de silencio, es de febril ruido. Un amigo canadiense que investigaba por la zona de Tamshiyacu se alegró mucho que en los lugares donde antes no había letrinas estas existían, dijo para sus adentros que este es un gran logro del desarrollo. Al usarlo después de unos minutos, en medio del silencio del bosque, sintió que le mordían las posaderas, él súbitamente se levantó y recién cayó en cuenta quien le provocaba las ligeras dentelladas eran unos pícaros murciélagos. Era una lección al desarrollo en esta parte del palustre. En mis recorridos por los ríos y comunidades de la floresta recuerdo gratamente un lugar silencioso por el río Ampiyacu, solo se escuchaba la bulla silvestre. Pero en otros lados tenías que irte al monte proveído, precavidamente, con un palo o vara, aunque no por las sierpes sino por los cerdos que merodeaban por allí. Es decir, que el lugar silencioso de Handke varía dependiendo del contexto y del paisanaje, no se puede aplicar con la misma escala y de manera universal.