¿Construcciones para vivir?
Hace poco escuchaba en un documental una entrevista al premio Pritzker de Arquitectura 2022, Diébédo Francis Kéré, nacido en Burkina Faso, África. Él promueve proyectos de arquitectura sostenible y que tienen en cuenta el medioambiente. Se veía muy entusiasmado con sus proyectos y la filosofía que hay detrás de ellos. Mostraron un bello colegio construido bajo las ideas de Keré, se hacía alusión a los que él había estudiado que eran de por sí desangelados, que no motivaban a los que recibían clases en esas aulas. Al mirar las imágenes me vino a la memoria las construcciones de colegios y postas médicas en la Amazonía rural. Los colegios que visité eran oscuros, con poca ventilación, de absoluta precariedad, de carpetas incómodas ¿Quién diablos ha diseñado aulas tan incómodas? Eran un horno ¿Alguna vez el arquitecto o ingeniero se pusieron en el pellejo de las alumnas que usan esas aulas? De por sí esas aulas invitaban poco a las ganas de estudiar o a leer sosegadamente en pleno barrizal, había que tener una pasmosa voluntad de hierro para hacerlo, de hecho el alumnado la tiene. Me preguntaba ¿Por qué maltratamos así a nuestra ciudadanía ofreciendo aulas tan mal diseñadas? Los que hacen estos colegios construyen paredes y techos, y con eso se conforman, no piensan en las comodidades y bienestar de las alumnas y alumnos ¿No podemos diseñar colegios ad hoc para las zonas rurales y que se adapten a las necesidades de los niños y niñas, y como no, al entorno?, ¿Se ha pensado usar materiales más sostenibles? Esa misma precariedad la tienen las postas médicas diseminadas en el cenagal que están construidas para salir del paso. Hablando al aire decía ¿Por qué no invitamos al arquitecto Keré a la floresta y que nos de ideas sobre las construcciones sostenibles? Pareciera que no hay arquitectxs en el palustre o estos están de pachanga perpetua.